domingo, 11 de enero de 2015

11 Enero 1935 el autogiro de Juan de la Cierva, doce años después de haber sido inventado, realiza impresionantes pruebas, descendiendo y elevándose verticalmente desde gran altura


Autogiro Pitcairn PCA-2, construido en Estados Unidos bajo licencia de Juan de la Cierva.


Juan de la Cierva y Codorníu (Murcia, España, 21 de septiembre de 1895 – Croydon, Reino Unido, 9 de diciembre de 1936) fue un inventor y científico aeronáutico español, ingeniero de caminos, canales y puertos y aviador. Inventó el autogiro, aparato precursor del actual helicóptero.

Retrato de Juan de la Cierva y Codorníu. Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, Eulogia Merle.

Hijo del abogado criminalista, político y empresario Juan de la Cierva y Peñafiel, que llegó a ser ministro en varias ocasiones y alcalde de Murcia, y de María Codorníu Bosch. Su abuelo materno fue el destacado ingeniero de montes Ricardo Codorníu. Desde su infancia destacó su interés por el mundo de la aviación, y junto a su amigo Tomás de Martín-Barbadillo construyó pequeños modelos capaces de volar.





Su aportación al helicóptero

Los hermanos Wright inventaron la máquina voladora, la aeronave de alas fijadas al fuselaje que se llamó aeroplano, y que es el origen de los actuales aviones.
Juan de la Cierva inventó una aeronave que en vez de alas fijas tenía un rotor que sustentaba el aparato en el aire, y además permitía dirigir su vuelo. La llamó Autogiro y es el origen de los actuales helicópteros.

Los primeros helicópteros volaron con el rotor y los mecanismos de control de vuelo inventados por Juan de la Cierva, utilizaron sus patentes y pagaron los correspondientes derechos. Los actuales helicópteros siguen estando basados en los métodos ideados y desarrollados por Juan de la Cierva.


Aunque su aportación a la aeronáutica es de gran trascendencia y en el Reino Unido y en los Estados Unidos su nombre figura entre los de los grandes creadores de la navegación aérea, Juan de la Cierva no es "profeta en su tierra".



Biografía

Inició sus estudios en el Instituto general y técnico de Murcia y pasó después a Madrid, donde cursó en la Escuela de ingenieros de caminos, canales y puertos. Su gran interés por la aeronáutica hizo que incluso cuando estaba estudiando ingeniería, continuara con sus estudios sobre aeronáutica en su tiempo libre siguiendo los trabajos de F. W. Lanchester y N. Jonkowski.




Al obtener el título de ingeniero de caminos obtuvo el de piloto aviador de primera clase y se especializó en construcción aeronáutica. A partir de 1916 se dedicó a realizar proyectos y a construir planeadores y aviones de ala fija.




Poco tiempo después de haber sido creada la Escuela de aviación civil de Getafe construyó un trimotor, que fue el primero existente en España; sin embargo, en 1919 un biplano experimental trimotor diseñado por él se estrelló y quedó totalmente destruido al tomar tierra. Este accidente indujo a Cierva a revisar todos los estudios de la aviación con el fin de hallar un sistema de vuelo que, conservando las ventajas del aeroplano, eliminase sus principales inconvenientes; así llegó a la conclusión de que era preciso remplazar el avión de ala fija, cuya sustentación depende directamente de la velocidad de traslación, por un aparato que, aún sin avanzar, dispusiera de sustentación suficiente.

Cierva C.30

Pensó entonces en un sustentador giratorio y ésta fue la génesis del autogiro. Las primeras pruebas fracasaron; dos “saltamontes monstruosos”, según la expresión del propio de la Cierva, constituyeron los primeros modelos experimentales del autogiro, con ninguno de los cuales pudo volar su inventor.

Cierva C.30 en el Museo Imperial de la Guerra.

Tras este fracaso inicial empezó a ensayar con maquetas y, en enero de 1923, se elevó por vez primera su autogiro en el aeródromo de Getafe. El motor ponía en movimiento una hélice tractora delantera, semejante a la de un avión ordinario, y la acción del viento resultante del desplazamiento del aparato hacía girar las palas sustentadoras alrededor de su eje vertical.

Réplica del Cierva C.6 en el Museo del Aire en Cuatro Vientos (Madrid). Primer vuelo 24 marzo de 1924

En 1924 consiguió volar 12 Km. a 100 m de altura. Después de este éxito, el autogiro fue llevado a Gran Bretaña por su inventor, en octubre de 1925, a petición de la dirección de investigación científica del ministerio del Aire británico.

Cierva C.6 en vuelo

A estas demostraciones en Gran Bretaña siguieron otras en Francia, Italia, Alemania y EE.UU., cuyos respectivos gobiernos se interesaron por el invento de Cierva. Éste constituyó en Gran Bretaña, para el desarrollo del autogiro, la sociedad The autogiro company, y posteriormente se formó otra en E.U.A., denominada The autogiro company of America, reservándose el inventor la exclusiva propiedad sus patentes para España. En 1928 el Aeroclub de Francia otorgó a Cierva el premio Lahn, por el vuelo Londres-París, que efectuó pilotando uno de sus modelos de autogiro.

1934. Despliegue del autogiro La Cierva desde el porta-hidros en Valencia

Llegó a construir hasta ciento veinte prototipos diferentes, introduciendo constantes mejoras en su invento, tales como el arranque y giro del rotor de sustentación por medio del motor del aparato, y sucesivas simplificaciones que le permitieron obtener, en 1934, el despegue vertical sin necesidad de pistas. Este mismo año llevó a cabo el vuelo de Gran Bretaña a España y regresó, con ocasión del cual efectuó con pleno éxito en Valencia la maniobra de descenso y despegue en la cubierta del portaaviones Dedalo.

El autogiro de Juan de la Cierva sobrevuela el primer estadio de Wembley, en 1935

En 1936, se trasladó a Gran Bretaña, formando parte de una comisión del ministerio del Aire británico, para realizar las pruebas de un nuevo modelo de autogiro. Allí le sorprendió la guerra civil española y en diciembre del mismo año, la muerte prematura, en un accidente ocurrido en el aeropuerto de Croydon, al chocar con un cable, a poco de iniciarse el despegue, el avión de transporte en que había tomado pasaje con destino a Ámsterdam.

Juan de la Cierva sobre su autogiro

En 1946 fueron enterrados sus restos en Madrid, y en 1954 se le concedió con carácter póstumo el título de conde de la Cierva. Sin embargo, no vivió lo suficiente para ver su autogiro convertido en helicóptero.

La memoria de Juan de la Cierva hoy

Desde el año 2001 el Ministerio de Educación y Ciencia de España otorga el Premio Nacional de Investigación Juan de la Cierva dedicado a la transferencia de tecnología. El objetivo de los Premios Nacionales de Investigación es el reconocimiento de los méritos de los científicos o investigadores españoles que realizan «una gran labor destacada en campos científicos de relevancia internacional, y que contribuyan al avance de la ciencia, al mejor conocimiento del hombre y su convivencia, a la transferencia de tecnología y al progreso de la Humanidad».

Catedrático de la US Alfonso Gañán, ganador del Premio Nacional de Investigación 'Juan de la Cierva'

Además del premio nacional de investigación que lleva su nombre, en 2004 el Ministerio de Educación y Ciencia de España inició un programa de contratación de investigadores doctores bajo el nombre de Programa Juan de la Cierva, gracias al cual centenares de investigadores españoles y extranjeros desarrollan su actividad.




La memoria de Juan de la Cierva se mantiene viva en varias ciudades con las que tuvo relación:

En Getafe existe un barrio con su nombre y en él una estación de la Línea 12 del Metro de Madrid, denominada también estación de Juan de la Cierva y en la que se pueden encontrar motivos ornamentales en recuerdo al inventor del autogiro. No lejos de la estación está el Estadio Juan de la Cierva, escenario habitual de conciertos.

En Tetuán, en Marruecos, hay un instituto español de formación profesional con el nombre de Juan de la Cierva.

En Murcia, hay un monumento en su honor.

Monumento en honor a Juan de la Cierva en Murcia

En La Felguera, Asturias, hay una calle que lleva su nombre.

En Arganda del Rey, Madrid, hay una plaza y una calle con su nombre.

En La Coruña, Galicia, hay una calle que lleva su nombre.

En Mataró, Cataluña, hay una calle que lleva su nombre.

En Cádiz, Andalucía, hay una plaza que lleva el nombre de Glorieta Ingeniero La Cierva

En Cartagena es famoso el Pastel de Cierva, cuya receta se elaboró en honor de su padre Juan de La Cierva Peñafiel y se puede encontrar en cualquier pastelería de la comarca que se precie.

En Lorquí (Región de Murcia) está el Estadio Municipal Juan de la Cierva, donde disputa sus encuentros el Club de Fútbol Atlético Ciudad.

Estadio Municipal Juan de la Cierva

En la ETS de Ingenieros Aeronáuticos de la Universidad Politécnica de Madrid, el salón de actos principal se denomina Juan de la Cierva.

El Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos ha propuesto que el futuro Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia sea denominado Aeropuerto Internacional Juan de la Cierva.

En Madrid, Murcia, Málaga, Getafe, Vélez-Málaga, Totana y Puente Genil hay Institutos de Educación Secundaria que llevan el nombre de Juan de la Cierva.


El autogiro

El Autogiro es una aeronave híbrida entre el aeroplano y el helicóptero. Como el aeroplano es propulsado por una hélice, pero en vez de alas tiene un rotor como el helicóptero, sin embargo el rotor del autogiro no está conectado al motor como el del helicóptero, gira libremente impulsado por el aire, "autogira".

El Autogiro es extraordinariamente seguro ya que si se para el motor en vuelo lógicamente empieza a descender, pero cuanto más deprisa baja a mayor velocidad giran las aspas y mayor es la fuerza de sustentación que generan, el peso y la sustentación se equilibran y el aparato desciende suavemente.

Cierva C.8 en Berlín en septiembre de 1930

El helicóptero no tiene en principio esta ventaja, aunque por razones de seguridad la heredó del autogiro y en caso de parada del motor se puede poner el rotor en autorrotación mediante una maniobra que no resulta sencilla y que requiere una cierta altura mínima. El autogiro puede volar más despacio que un hombre corriendo pero no puede detenerse en el aire como el helicóptero, aunque le aventaja en velocidad máxima de vuelo. Puede aterrizar en vertical y los modelos más avanzados también pueden despegar en vertical de forma parecida pero no igual a como lo hace un helicóptero. El autogiro es mecánicamente más sencillo que el helicóptero y por tanto más barato, consume menos combustible y es más fácil de pilotar.

Aunque el primer aeroplano lo construyeron y probaron los hermanos Wright en 1.903, no dieron a conocer su invento hasta 1.908, cuando Juan de la Cierva tenía ya trece años. El 11 de febrero de 1.910 el aviador Julien Mamet realizó la primera exhibición aérea en Barcelona, después fue a Madrid donde repetió su hazaña el 23 de marzo; entre los espectadores no podía faltar el joven Juan de la Cierva que residía con su familia en esa ciudad. Él y dos amigos de su edad empezaron en otoño del año siguiente una quimera, la construcción de su propio aeroplano que pintaron de rojo y al que bautizaron como BCD.1 por las iniciales de sus apellidos, Barcala, Cierva y Díaz.

BCD-1 Cangrejo

El "cangrejo" como lo apodaron fue volado en agosto de 1.912 por el aviador francés Jean Mauvais en el aeródromo de Cuatro Vientos, Madrid. Para sorpresa de todos, aquel biplano construido por unos muchachos de dieciséis años era el primer avión español que volaba bien. Entusiasmados por el éxito construyeron un monoplano, el BCD.2 que ya no voló tan bien como el cangrejo.

La Cierva y Barcala se matricularon en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid, Barcala se olvidó de las construcciones aeronáuticas, no así Juan, que antes de acabar la carrera se presentó a un concurso convocado en 1.918 por el gobierno para proveer a la naciente aviación militar de aparatos españoles, nada menos que con un bombardero trimotor, que fue construido y financiado por don Juan Vitórica. Este enorme biplano fue volado en junio de 1.919 por el capitán Julio Ríos, pero con tan poca fortuna que en el segundo vuelo se estrelló y aunque el piloto resultó sólo levemente contusionado, el avión quedó destrozado.



Juan de la Cierva, fuertemente impresionado por el accidente empezó a trabajar en el proyecto de una aeronave más segura que en vez de alas fijas tendría alas giratorias –rotory que llamaría Autogiro, nombre que registró y con el que todavía es conocida esta aeronave en todo el mundo.

Después de tres años de trabajo, muchos fracasos y una fortuna invertida en tres prototipos, el 17 de enero de 1.923, vio cómo su cuarto prototipo de autogiro, el C.4, pilotado por el teniente don Alejandro Gómez Spencer despegaba por vez primera en el aeródromo de Getafe (Madrid) y volaba satisfactoriamente.

Sólo veinte años después de la invención del avión - o aeroplano como se llamó entonces – por los hermanos Wright en los Estados Unidos, el ingeniero español Juan de la Cierva Codorníu creaba una nueva forma de volar más segura que abriría definitivamente el camino al helicóptero, que todavía tardaría dos décadas en ser una realidad.

Focke-Wulf C.20 (licencia la Cierva C.19)

De la Cierva consiguió el apoyo de Aviación Militar que construyó dos nuevos aparatos de la serie C.6, con el primero de los cuales el 12 de diciembre de 1.924 el capitán Joaquín Loriga realizó el primer vuelo entre aeropuertos de un autogiro, de Cuatro Vientos a Getafe. La ayuda prestada por Aviación Militar resultaba necesaria pero insuficiente para desarrollar el Autogiro por lo que Juan de la Cierva buscó el apoyo de financieros y empresarios, pero al no lograrlo aquí se trasladó en barco con el autogiro C.6bis al Reino Unido, donde fueron realizadas varias exhibiciones ante el Secretario de Estado del Aire Sir Samuel Hoare y otras personalidades que quedaban asombradas cuando veían volar despacio al autogiro y descender casi en vertical, a veces con el motor parado. Una espectadora de excepción fue la Reina Victoria Eugenia de España, de visita en Londres por aquellas fechas.

Autogiro sobrevolando la Gran Vía madrileña

Con uno de los autogiros fabricados en Inglaterra, el C.8 Mark II, el 18 de setiembre de 1.928 Juan de la Cierva voló de Londres a París con el francés Henri Bouché, director de la revista L'Aéronautique como pasajero. Era el mismo vuelo, pero en sentido contrario, que había realizado el 25 de julio de 1.909 Louis Blériot. Este vuelo que se prolongaría hasta Bruselas, Berlín y Roterdam con varias escalas en otras ciudades demostró las posibilidades del autogiro, lo dio a conocer a toda Europa y proporcionó gran popularidad a de la Cierva.


Entre tanto seguían los trabajos de desarrollo del autogiro también en España. Con una asignación pública de 200.000 pesetas, los Talleres Loring de Madrid construyeron dos prototipos; con el segundo, llamado C.12, el 11 de julio de 1.929 el piloto de pruebas de Loring capitán Luis Rambaud batió el record de distancia con rotor volando de Madrid a Lisboa sin escalas.

Autogiro C-30 sobrevolando Madrid

El nacimiento de los helicópteros propició el declive de los autogiros hasta su práctica desaparición, aunque en tiempos más recientes ha habido un cierto resurgir entre la aviación deportiva, tanto por iniciativas comerciales como por aficionados que construyen sus propios autogiros.

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