viernes, 7 de noviembre de 2014

7 Noviembre 1823 el general Riego es ahorcado en la Plaza de la Cebada

Rafael del Riego Núñez nace en 1785 en Santa María de Tuñas (Asturias) y estudia Leyes y Cánones en Oviedo. Cuando se gradúa, en 1807, se traslada a vivir a Madrid y se alista en la Guardia de Corps. Con la invasión napoleónica de 1808, es hecho prisionero por Murat y enviado a El Escorial, de donde logra fugarse y llega a su tierra natal, donde su padre forma parte de la Junta Suprema de Asturias.

Participa en la Guerra de la Independencia y el 8 de agosto de 1808 es nombrado capitán de la división del general Acevedo y posteriormente pasa a ser su ayudante. En la Batalla de Espinosa de los Monteros, el 10 de noviembre de 1808, las tropas españolas son derrotadas por los franceses y Riego es hecho prisionero de nuevo y deportado esta vez a Francia, lo que le influyó ideológicamente al conocer de primera mano el liberalismo revolucionario y trabar amistad con los masones. Cuando fue liberado, recorrió Inglaterra y Alemania para volver a España en 1814 e incorporarse de nuevo al Ejército con el grado de teniente coronel.

En 1819, ascendido ya a coronel, fue destinado al ejército que se estaba concentrando en Andalucía para partir a sofocar las sublevaciones que estaban teniendo lugar en América y restablecer el dominio español en las colonias. Participó activamente en las conspiraciones liberales para sublevar al Ejército contra el régimen absolutista de Fernando VII. El 1 de enero de 1820, al frente del ejército destinado a las colonias, se sublevó en Cabezas de San Juan (Sevilla) a favor de la Constitución de 1812 que el rey había derogado y proclama: “Es de precisión para que España se salve que el rey Nuestro Señor jure la Ley constitucional de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles. ¡Viva la Constitución!”.
En parte, el éxito del pronunciamiento se debió al descontento de las tropas por las condiciones poco fiables de su traslado a América. Riego, al frente de una columna, recorrió Andalucía llamando a la sublevación a los liberales, sin apenas resistencia, hasta que Fernando VII juró la Constitución de Cádiz. Su resistencia, cuando todo parecía acabado, lo transformó en héroe popular aclamado por los progresistas.
Así se instauró el Trienio Constitucional, de 1820-1823, marcado por la deslealtad del rey al régimen liberal. Aunque Riego no era muy bien visto por las autoridades constitucionales, que intentaron apartarlo del poder, estas tuvieron que pedirle ayuda para acabar con la sublevación realista del 7 de julio de 1822 y detener a las fuerzas invasoras de la Santa Alianza.
Traicionado por los demás generales, que se habían exiliado o apoyaban al rey, resulta malherido en la Batalla de Jódar (Jaén) el 14 de septiembre de 1823. Al día siguiente, abandonado por sus tropas, es hecho prisionero en Arquillos (Jaén) cuando intentaba huir.
Trasladado a Madrid, pide perdón y clemencia al rey en una carta que se publica en la Gaceta de Madrid:
“Yo, Rafael de Riego, preso y estando en la capilla de la Real Cárcel de Corte, publico el sentimiento que me asiste por la parte que he tenido en el sistema llamado constitucional en la revolución y en sus fatales consecuencias, por todo lo cual, así como he pedido y pido perdón a Dios de todos mis crímenes igualmente pido la clemencia de mi santa religión, de mi rey y de todos los pueblos e individuos de la nación a quienes haya ofendido en vida, honra y hacienda. Suplicando como suplico a la Iglesia al Trono y a todos los españoles, que no se acuerden tanto de mis excesos como de esta exposición sucinta y verdadera, la cual solicita por último, los auxilios de la caridad española para mi alma”.
Aunque las autoridades le habían prometido que si renegaba de sus ideas liberales públicamente le sería perdonada la vida, todo fue en vano, y después de un simulacro de proceso en el queno tuvo garantías procesales, ya que no se le admitieron pruebas, testimonios ni documentos, es declarado culpable de alta traición y lesa majestad por haber sido uno de los diputados que votó a favor de la incapacitación del rey y condenado a muerte.
Hundido física y moralmente, es conducido al patíbulo el día 7, como relata Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales: “La causa del revolucionario más célebre de su tiempo fue un tejido de inquinidades y de absurdos jurídicos. Lo que importaba era condenarle emborronando poco papel y así fue. (…) El 7 a las diez de la mañana le condujeron al suplicio. De seguro no ha brillando en toda nuestra historia un día más ignominioso (…).
Sacáronle de la cárcel por el callejón del Verdugo y condujéronle por la calle de la Concepción Jerónima, que era la carrera oficial. Como si montarle en borrico hubiera sido signo de nobleza, llevábanle en un serón que arrastraba el mismo animal. Los 32 hermanos de la Paz y Caridad le sostuvieron durante todo el tránsito para que con la sacudida no padeciese; pero él, cubierta la cabeza con su gorrete negro, lloraba como un niño, sin dejar de besar a cada instante la estampa que sostenía entre sus atadas manos. Un gentío alborotador cubría la carrera. La plaza era un amasijo de carne humana”.
La esposa de Fernando VII y madre de Isabel II, rehabilitó oficialmente la figura del militar mediante un decreto de 31 de octubre de 1835 “reponiendo su buen nombre al general Riego y concediendo a su familia la pensión correspondiente”.
Con el paso del tiempo, aunque no fue un militar sobresaliente ni un político brillante, su figura se ha engrandecido como uno de los defensores de las libertades en España y se ha convertido en uno de los mártires de la represión contra los liberales. Un retrato suyo cuelga en las Cortes Generales junto con el de la jura de la Constitución de 1812. También una placa en la plaza de la Cebada recuerda el lugar donde fue ejecutado y cada año en esta fecha, un grupo de republicanos se acercan a dejar una corona de flores mientras suena el himno de Riego, el himno de la República.


Himno de Riego


En la proclama que Rafael del Riego hizo en dicho pronunciamiento, entre otras cosas reivindicaba principalmente la Constitución de 1812 (conocida como La Pepa) y una monarquía constitucional. Bajo estas mismas premisas, el teniente coronel Evaristo San Miguel, amigo y compañero de Riego en la insurrección, escribió un poema en forma de himno inspirado en textos anteriores de la Guerra de la Independencia (entonces se entendía por himno, principalmente, lo que era el texto dándose la circunstancia de que un mismo himno podía tener diferentes músicas, hecho que también ocurrió con este Himno de Riego). Cuenta E. San Miguel que "la columna continuó su marcha tranquila y lentamente. Resonaron por toda ella las voces de Viva la Constitución y Viva la Patria, como era de costumbre, y se entonó la canción patriótica y guerrera que se había compuesto en Algeciras" (la columna había llegado a Algeciras a las 7 de la tarde del 1 de febrero y salió de allí el día 7 del mismo mes). Un testigo de los hechos, A. Grimaldi, escribía bastantes años después una carta enviada al periódico El Averiguador, nº 12 de 1871, contando que la letra "estaba impresa en San Fernando; y San Miguel la llevaba formando paquetes, metidas en las pistoleras, de donde sacaba ejemplares para repartirlos".
Si el texto está claro que lo escribió Evaristo San Miguel, no ocurre lo mismo con la música que hoy día conocemos ya que no se sabe a ciencia cierta quién la escribió a pesar de las numerosas investigaciones realizadas desde el siglo XIX (principalmente porFrancisco Asenjo Barbieri y Felipe Pedrell) hasta nuestros días.
Existieron, durante el Trienio Liberal, muchos himnos de Riego, es decir obras con la letra de Evaristo San Miguel y diferentes músicas. Como ejemplo, el 21 de abril de 1820, el Diario de Madrid anuncia en el teatro del Príncipe “el fin de fiesta La Palabra Constitución, adornada de bailes, canciones patrióticas, y del Himno del inmortal D. Rafael del Riego, música nueva, compuesta por D. Esteban Moreno, maestro de este arte en el referido teatro”. De todos estos himnos se significaron dos, especialmente, y a ellos se refiere el Diario de Madrid en diferentes números, a partir del nº 119 del 28 de abril de 1820, cuando, refiriéndose a la programación del teatro de la Cruz, señala “y dos himnos, el primero conocido por el de Riego, y el segundo con la música original que cantaban las tropas del citado héroe”. Mesonero Romanos y otros dicen que ese primero es el que quedó como Himno de Riego, mientras que Alcalá Galiano, uno de los protagonistas civiles del pronunciamiento, sostiene que fue el segundo. A día de hoy, todavía no se ha podido esclarecer si la música que conocemos es la perteneciente al primero o al segundo himno.
La música que ha llegado hasta nosotros como Himno de Riego, como ocurre con la mayoría de los himnos de la Guerra de la Independencia, está basada en el ritmo en 6/8 de la contradanza, siendo el antecedente más importante el famoso Himno de la Victoriaque, tras la batalla de Bailén, escribió Juan Bautista de Arriaza y puso en música Fernando Sor. En el caso del Himno de Riego, lo más probable es que la música fuera compuesta, poco después del texto, por el músico mayor (lo que hoy día llamamos director de la banda) del Regimiento de Asturias, el regimiento de Riego, o por algún otro músico cercano. Tradicionalmente se ha dicho que fue compuesta por el músico valenciano José Melchor Gomis ya que en 1822 se publicaron bajo su firma varias versiones del himno en el libro Colección de canciones patrióticas que dedica al ciudadano Rafael del Riego y a los valientes que han seguido sus huellas el ciudadano Mariano del Cabrerizo; además, en su pueblo de Ontinyent se habría conservado hasta hace poco un manuscrito suyo (a fecha de 2012 en paradero desconocido) de una versión del himno para solistas, coro y orquesta; por otro lado, en 1830 Gomis compuso la ópera Le diable à Séville, que se estrenó en París en enero de 1831, cuyo argumento principal es precisamente la insurrección de Riego contra Fernando VII aunque contada de una forma que no tenía ninguna correlación con los sucesos históricos originales (el título de El diablo en Sevilla se refiere a la contraseña utilizada por la Inquisición, en el inventado argumento de esta ópera, para advertir a sus espías de que Riego ha llegado a Sevilla). Sin embargo, a pesar de estos datos, la mayoría de los musicólogos opinan hoy en día que Gomis no compuso esta música sino que solo realizó diferentes versiones y arreglos del himno en su condición de músico mayor de la banda de la Milicia Nacional, cargo que desempeñó entre 1822 y 1823.
A. Grimaldi, citado más arriba, cuenta también en su carta de El Averiguador que "la música fue compuesta en Morón por el profesor D. Manuel Varo, músico mayor de la charanga de caballería que llevaba la columna. En su origen la música de dicho Himno fue un rigodón del maestro Varo, que él mismo acomodó a la letra añadiendo las notas del coro, que tienen diferente ritmo. Debo esta noticia al benemérito coronel retirado D. Pedro de la Cruz Romero, subteniente entonces en aquella columna, y a un discípulo del profesor Varo, que la oyó varias veces referir a su maestro".
Otros músicos que, según diferentes documentos y testimonios, han podido ser autores de la música son: José María Reart y CoponsFernando MirandaJosé Baró y SaavedraFrancisco Sánchez, el músico francés Bisop, Antonio Hech, el alemán Enrique Kietkmariket y el guitarrista alicantino Trinidad Huerta (aunque este último es el más improbable de todos).
Otros musicólogos sugieren que la música puede estar tomada de la Dance de Guayente y el Ball de Benàs (también llamada Dance de los mayordomos) que se baila en el valle de Benasque (Huesca) ya que la música de la segunda parte de la danza es exactamente igual que la del Himno de Riego, a lo que añaden que Riego la pudo conocer mientras estuvo preso en Jaca durante la Guerra de la Independencia y después utilizarla como música de su Himno. Sin embargo, esta misma semejanza de la música delHimno de Riego con segundas partes de danzas populares la encontramos también en danzas de otras regiones españolas, como en una contradanza del pueblo de Arnedo (La Rioja) y un Agudillo de la provincia de Burgos. Otras vinculaciones de la música delHimno con músicas populares, como las que sostienen que proviene de una canción del famoso Llivre Vermell (libro catalán del siglo XIV recopilatorio de músicas medievales) o de la variante valenciana de la canción popular catalana El testament d’Amelia, no tienen ningún rigor musicológico ni histórico, ni superan, por falta de relación en los parámetros musicales, un análisis comparativo serio de ambas músicas.
Durante el Trienio Liberal (1820-1823) el Himno de Riego fue nombrado himno oficial de la monarquía constitucional española según decreto firmado por Fernando VII el 7 de abril de 1822 y leído ese mismo día en la sesión de las Cortes, decreto que fue publicado en la Gaceta de Madrid el siguiente domingo '14 de abril' y que en su Art. 1º se dice: "Se tendrá por marcha nacional de ordenanza la música militar del himno de Riego que entonaba la columna volante del ejército de S. Fernando mandada por este caudillo". A pesar de la creencia popular, nunca fue oficialmente el himno de la Segunda República Española (1931-1939); en 1931, poco después de su proclamación, se organizó una gran polémica sobre su validez como Himno Nacional en la que terciaron numerosos políticos, intelectuales y músicos: entre otros fue famoso un artículo de Pío Baroja en su contra ya que lo consideraba demasiado callejero e impropio de los ideales de la nueva República. Anteriormente tampoco había sido himno oficial de la Primera República, período en el que coexistieron varios himnos, entre ellos la Marcha Granadera, base del actual Himno Nacional español.
El Himno de Riego fue prohibido durante la Década Ominosa de Fernando VII y posteriormente restituido durante el reinado de Isabel II. Una de las versiones más interesantes del Himno fue realizada en esta época, hacia 1835, por el músico Pedro de Albéniz(profesor de piano de Isabel II) para solistas, coro y piano con el título de Variaciones brillantes sobre el Himno de Riego Op. 28, obra que dedicó al entonces presidente del gobierno Juan A. Mendizábal. Durante este reinado era cantado por las tropas liberales, sobre todo durante la Primera Guerra Carlista, como símbolo constitucional liberal; más tarde volvió a ser prohibido durante un breve período del reinado de Isabel II, a pesar de que ella lo había cantado e interpretado al piano en sus años jóvenes, y finalmente fue prohibido durante el período franquista.
Riego fue un símbolo de los liberales de España durante el siglo XIX y principios del siglo XX que se alzó contra el absolutismo de Fernando VII en la localidad de Las Cabezas de San Juanprovincia de Sevilla (1 de enero1820) para instaurar un nuevo régimen monárquico constitucional que tendría como norma básica la pionera Constitución de 1812, redactada ocho años antes por las Cortes de Cádiz y popularmente conocida como la Pepa. Por lo tanto, y en contra de lo que se cree popularmente, el Himno de Riego, al menos en su origen, no es un himno republicano ni antimonárquico sino que es el himno de los liberales españoles que reclamaban la monarquía constitucional y por lo tanto, durante su vigencia oficial, fue el himno de la monarquía constitucional española.

Letra


La letra original fue escrita por Evaristo San Miguel en los primeros días de 1820 y publicada poco después. Es también la letra oficializada como himno nacional durante el Trienio Liberal y que Azaña intentó restaurar en la II República sin conseguirlo. Además de la letra original de E. San Miguel, durante el segundo período republicano hubo muchas letras o letrillas populares, más o menos afortunadas.
También hubo un himno republicano alternativo, que era una adaptación del Himno de Riego cantada en centros de enseñanza republicanos en México, y varias versiones utilizadas popularmente en la época de la II República de forma satírica, reflejando el sentimiento anticlerical y antimonárquico de quienes las cantaban.
Letra original de Evaristo San Miguel que se compone de 9 estrofas seguidas del correspondiente estribillo.

Soldados, la patria
nos llama a la lid,
juremos por ella
vencer o morir.

Serenos, alegres,
valientes, osados,
cantemos, soldados,
el himno a la lid.
Y a nuestros acentos
el orbe se admire
y en nosotros mire
los hijos del Cid.

Soldados, la patria (etc.)
Blandamos el hierro
que el tímido esclavo
del fuerte, del bravo
la faz no osa a ver;
sus huestes cual humo
veréis disipadas,
y a nuestras espadas
fugaces correr.

Soldados, la patria (etc.)
¿El mundo vio nunca
más noble osadia?
¿Lució nunca un día
más grande en valor,
que aquel que inflamados
nos vimos del fuego
que excitara en Riego
de Patria el amor?

Soldados, la patria (etc.)
Su voz fue seguida,
su voz fue escuchada,
tuvimos en nada
soldados, morir;
Y osados quisimos
romper la cadena
que de afrenta llena
del bravo el vivir.

Soldados, la patria (etc.)
Rompímosla, amigos,
que el vil que la lleva
insano se atreva
su frente mostrar.
Nosotros ya libres
en hombres tornados
sabremos, soldados,
su audacia humillar.

Soldados, la patria (etc.)
Al arma ya tocan,
las armas tan solo
el crimen, el dolo
sabrán abatir.
Que tiemblen, que tiemblen,
que tiemble el malvado
al ver del soldado
la lanza esgrimir.

Soldados, la patria (etc.)
La trompa guerrera
sus ecos da al viento
horror al sediento,
ya ruge el cañón;
y a Marte sañudo
la audacia provoca,
y el genio invoca
de nuestra nación.

Soldados, la patria (etc.)
Se muestran, volemos,
volemos, soldados:
¿los veis aterrados
su frente bajar?
Volemos, que el libre
por siempre ha sabido
del siervo vendido
la audacia humillar.

Soldados, la patria (etc.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario